El viejo Almacén. BsAs

Surplus Approach

“Es necesario volver a la economía política de los Fisiócratas, Smith, Ricardo y Marx. Y uno debe proceder en dos direcciones: i) purgar la teoría de todas las dificultades e incongruencias que los economistas clásicos (y Marx) no fueron capaces de superar, y, ii) seguir y desarrollar la relevante y verdadera teoría económica como se vino desarrollando desde “Petty, Cantillón, los Fisiócratas, Smith, Ricardo, Marx”. Este natural y consistente flujo de ideas ha sido repentinamente interrumpido y enterrado debajo de todo, invadido, sumergido y arrasado con la fuerza de una ola marina de economía marginal. Debe ser rescatada."
Luigi Pasinetti


ISSN 1853-0419

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10 ago 2009

Fugar debería ser más costoso





Por Gustavo A. Murga *


El prestigioso economista Nicholas Kaldor, reconocido por sus estudios sobre los determinantes de la inversión en los ciclos de crecimiento sostenía, hacia 1939, que lo que distingue las compras y ventas especulativas de otras es que su único motivo consiste en la expectativa de un cambio en el precio que rige en el mercado. En un mundo en el que la previsión fuera perfecta, nadie podría obtener una ganancia especulativa. Los especuladores no existirían. En un mundo en que la previsión es imperfecta, la existencia de especuladores permite que el sistema se comporte con más previsión de la que posee el individuo medio en el sistema. Sólo el especulador con una previsión mejor que la media, puede esperar permanecer en el mercado. Sin embargo, esto requiere un estado de cosas en el que la demanda u oferta especulativa sea sólo una pequeña parte de la demanda u oferta total, de forma que aunque la actividad especulativa pueda influir sobre la magnitud de la variación del precio, no puede hacerlo nunca sobre su dirección. Si no se satisface esta condición, el anterior razonamiento se derrumba.

Es decir, si bien sigue siendo verdad que el especulador, a fin de tener éxito de forma permanente, debe tener una previsión mejor que la normal, le bastará tan sólo con prever correctamente el grado de previsión de los otros especuladores, más que precisar el rumbo futuro de los factores no especulativos que subyacen en la determinación de precios del mercado. De modo que, para el especulador individual suele ser más rentable concentrarse en prever la psicología de otros especuladores. Y a esas alturas, aun si la especulación en conjunto obtiene una pérdida neta en vez de una ganancia, ésta no resultará autocorrectora ni siquiera a largo plazo, ya que las pérdidas de una población variable de especuladores desafortunados será suficiente para mantener permanentemente un grupo de especuladores con éxito, cuya existencia será una atracción suficiente para asegurar una oferta permanente de dicha población variable. De modo que se genera una dinámica tal que, mientras los especuladores difieran en su propio grado de previsión, no necesitan prever con éxito los acontecimientos externos a sus propias conjeturas sobre la especulación de los otros, y de esta manera pueden vivir de ellos.

Desgraciadamente, hemos podido asistir a ese tipo de especulación respecto de la dirección del precio de nuestra moneda y eso ha dejado una profunda enseñanza perniciosa: el que apuesta al dólar, tarde o temprano, gana. Nunca se puede estar a salvo de volver a caer en esa dinámica si no se toman las medidas necesarias para evitarla. Esto fue claramente entendido y se actuó en el sentido correcto. Si bien es cierto que alrededor de seis mil millones de depósitos están en divisas, que 12 mil millones son las transferencias a bancos en el extranjero, y tres mil millones salieron por la compra y venta de títulos valores que cotizan en moneda extranjera, fueron tomadas las medidas necesarias para entorpecer la fuga de divisas: por ejemplo, la CNV reguló la operación financiera denominada “contado con liqui” y limitó a las operaciones financieras con paraísos fiscales; la AFIP bloqueó parte de la devolución del IVA o pago de reintegros a las exportaciones, realizadas a través de tales paraísos; también vale la pena mencionar, la reducción del tiempo exigido para informar al BCRA sobre pagos anticipados que tengan previstos por deudas contraídas en el exterior; y la ejecución de licitaciones de opciones de pases activos a los bancos, por parte de esta última entidad.

Pese a estas atinadas políticas, la preferencia por la liquidez en moneda extranjera ante el primer atisbo de incertidumbre, es una muestra de que aún existe en la mentalidad del agente económico la consigna clara de que el que apuesta al dólar gana, aún ante la pérdida social y económica que ello conllevó históricamente (devaluación, inflación, caída del salario real, etc.). Desde la segunda mitad del 2007 más de 20 mil millones de dólares salieron directamente por la compra de billetes en bancos o casas de cambio. Este fenómeno puede ser explicado en términos de la experiencia argentina, que ha convertido al ciudadano común en agente especulador del mercado cambiario que actúa en función de su propio interés particular y grado de previsión (aún a sabiendas de que pueda fomentar con su acción una pérdida neta para la sociedad en vez de una ganancia). En tales circunstancias, debiera profundizarse el control directo sobre la especulación de este tipo, haciendo más costosa la preferencia por la liquidez en moneda extranjera (gravando, de ser necesario, la compra-venta de divisas). De este modo, se volverían más atractivas las opciones de inversión financiera que ofrece el sistema bancario (tales como plazos fijos), sin necesidad de elevar la tasa de interés de referencia del sector privado. Se generaría así mayor ahorro de divisas para sustentar las políticas de demanda efectiva expansiva que el Gobierno propicia, mientras que las inversiones privadas promoverían una nueva etapa de ciclo expansivo.

* Investigador y docente del Grupo Luján, UNLU y UBA

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