El viejo Almacén. BsAs

Surplus Approach

“Es necesario volver a la economía política de los Fisiócratas, Smith, Ricardo y Marx. Y uno debe proceder en dos direcciones: i) purgar la teoría de todas las dificultades e incongruencias que los economistas clásicos (y Marx) no fueron capaces de superar, y, ii) seguir y desarrollar la relevante y verdadera teoría económica como se vino desarrollando desde “Petty, Cantillón, los Fisiócratas, Smith, Ricardo, Marx”. Este natural y consistente flujo de ideas ha sido repentinamente interrumpido y enterrado debajo de todo, invadido, sumergido y arrasado con la fuerza de una ola marina de economía marginal. Debe ser rescatada."
Luigi Pasinetti


ISSN 1853-0419

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1 abr 2012

El Fantasma de la Hiper


por F. Amico & A. Fiorito

                         El BCRA habría comprado el Helicóptero Ben adaptado a pesos  para usar en la Argentina

El fantasma de la hiperinflación de 1989 recorre el debate tras la reforma de la Carta Orgánica del BCRA. El retorno de una mayor “discrecionalidad” relaja la disciplina sobre el gasto público y parece abrir las puertas a la temida “monetización” del déficit, sentando quizás las bases para una nueva catástrofe inflacionaria.

Como en la hiperinflación alemana de 1920, en la explosión de precios de 1989 hubieron dos interpretaciones, aunque una se impuso. Una visión simplista culpó a la mala política monetaria y fiscal: el déficit fiscal fue el motor de la hiperinflación y la monetización del déficit su combustible.
En este curioso enfoque el aumento de la oferta monetaria precede a la suba de los precios. Luego, el aumento de precios precede y causa la devaluación. La cadena causal va de la oferta (exógena) de dinero al nivel de precios y, de estos, al tipo de cambio. El diagnóstico subyacente es que el país intentaba vivir por encima de sus propios medios, y el “exceso de demanda” resultante (mucho gasto público) se traducía en aceleración de la inflación y suba de las importaciones, causando al mismo tiempo la crisis inflacionaria y externa. La solución era simplemente reducir el déficit fiscal y la culpa de todo era del “populista” gobierno radical.

Sin embargo, a comienzos de los 80, Argentina había perdido sus fuentes externas de financiamiento, los términos de intercambio se deterioraban, la tasa de interés internacional se disparaba y la demanda externa se derrumbaba por la recesión mundial. Esto desencadenó una severa crisis de balanza de pagos. Además, había aspiraciones salariales reprimidas por la dictadura, que un movimiento obrero aún vigoroso esperaba satisfacer en democracia.
La respuesta del gobierno (América Latina hizo más o menos lo mismo) se basó en el control recesivo de las importaciones y en el aliento a la exportaciones mediante salvajes devaluaciones. La política logró algún crecimiento de las exportaciones al costo de acelerar la inflación y dañar el crecimiento. Fue la década del estancamiento “liderado-por-exportaciones”.

La devaluación supone la reducción del salario real. Si hay resistencia de los trabajadores, puede haber (y de hecho hubo) una espiral tipo de cambio-precios-salarios hasta llegar a la hiperinflación. Diamand llamaba a esto “inflación cambiaria”. Como dijo Joan Robinson respecto de la hiper alemana, “ni la devaluación, ni el déficit presupuestario pueden dar cuenta de la inflación por sí mismos. Pero si el aumento de los salarios nominales se incluye en la historia, el papel que desempeña cada variable se puede ver claramente”. Y llegados a este punto, no es posible estabilizar la economía sin estabilizar el tipo de cambio. En este contexto, al contrario del ingenuo enfoque monetarista, no fue la inflación, sino la devaluación el comienzo de la cadena, la que, a su vez, causa el aumento de los precios y, luego, genera endógenamente la emisión monetaria.

A su vez, el gobierno hacía formidables esfuerzos (corte de gastos y grandes tarifazos) por reducir el déficit fiscal. Pero era infructuoso. La recesión derrumbaba los ingresos más que los gastos, y generaba déficit fiscal endógenamente. Además, el proceso era reforzado por el “efecto Olivera-Tanzi”, por el cual los gastos corrientes del Estado aumentan junto con la inflación, pero la recaudación (como se hace efectiva con demora) genera un valor real significativamente inferior al del gasto. Luego, el BCRA emitía pesos para financiar el déficit y ponía bonos para “esterilizar” esos mismos los pesos, con la vana ilusión de que no fueran al dólar (el “déficit cuasi fiscal” y el “festival de bonos” eran/son los espantapájaros predilectos del coro monetarista). Pero, en verdad, la crisis fiscal, más que causa, era una consecuencia de la crisis externa y de la inflación.

A comienzo de los años 90, el mayor flujo financiero (junto con la reestructuración  de la deuda), permitió estabilizar el mercado cambiario y con ello los precios. La adhesión argentina a la apertura financiera condujo a una fuerte apreciación cambiaria, una mayor dependencia del financiamiento externo de corto plazo y una gran vulnerabilidad externa. El abundante financiamiento y el bajo crecimiento del mercado internacional de commodities, permitieron la adopción de políticas antinflacionarias basadas en anclas cambiarias. La eficacia del tipo de cambio fijo en el control de la inflación fue reforzada por la existencia de precios internacionales nominales bajos y declinantes. Este fue el secreto del éxito antinflacionario de la convertibilidad y no la “independencia” del BCRA o el fin de la “discrecionalidad” fiscal.

La contracara de estos movimientos, beneficiosos en términos de inflación doméstica, fue el bajo crecimiento del valor en dólares de las exportaciones primarias y la desindustrialización, lo que contribuyó a profundizar la crisis externa. El contexto internacional (y no, insistimos, la política del BCRA) explican en medida sustancial tanto el éxito inicial del ancla cambiaria, como también su vida relativamente efímera. A nivel interno, el fundamento principal fue la declinación de la resistencia salarial gracias a la flexibilización laboral y el alto desempleo que resultaba de todo el esquema.

A principios de los 2000, varios países (entre ellos, Argentina) aprovecharon el rápido crecimiento del comercio mundial para disminuir su vulnerabilidad externa, reduciendo sus déficit en cuenta corriente (o generando superávit), acumulando reservas y evitando la sobrevaluación de sus monedas. Por esta misma vía, los altos precios de las commodities, aunque alivian la restricción externa y permiten mayores tasas de crecimiento, generan condiciones más adversas para el control de la inflación, en un contexto en el cual hay un target de tipo de cambio competitivo y una mayor resistencia salarial (gracias a la reducción del desempleo y la vigencia de paritarias).

Si, como dicen los economistas convencionales, uno debe aprender de la historia, entonces el BCRA puede tener un rol importante en el control de la inflación en el largo plazo. La principal causa de la inflación han sido las crisis de la balanza de pagos. Los shocks externos afectaron la estructura de la economía y cambiaron regresivamente la distribución del ingreso. La estabilización requiere una solución para las crisis externas latentes. El Banco Central puede convertirse en el agente financiero del gobierno en la tarea ardua de producir el cambio estructural, fomentando y financiando políticas de sustitución de importaciones, de inversión modernizadora en infraestructura y de diversificación de exportaciones. En suma, desplazando y removiendo la restricción externa al crecimiento. Sólo entonces habremos alejado los fantasmas de la hiper definitivamente.


ver nota en Página 12

5 comentarios:

Diego dijo...

Hay que tener respuestas para el corto y mediano plazo. Lo de la sustitución de importaciones no puede más que operar como un ideal a largo plazo cuyo camino es imposible que no contenga miles de contingencias que atañen a aspectos que van mucho más allá de lo que se que se pueda abarcar con deducciones nacidas de las variables macro.
La economía tiene que pensar en que la inflación es un problema hoy y que esa es su tarea a resolver. Lo otro abre las puertas a un mundo otro (ideal) en el que la ética opera como cobertura a las contingencias.
El tema de la clase obrera que Uds introducen directamente en el debate bajo la forma de variable económica es de alguna forma una traba para pensar la economía. Esa variable no puede bajar en el corto plazo. Hay toda una tradición de izquierda en la Argentina que condena esa posibilidad. Así la teoría económica queda entre el cruel pragmatismo y el reporte a la tradición crítica que hace hegemonía en el país. Y así estamos, fíjense qué curioso que el artículo no se atreve a apuntar ningún aspecto sobre la política de la CGT durante el alfonsinismo. Ni siquiera la burocracia puede ser criticada desde la izquierda. A Ubaldini se le rinden homenajes hoy en día que su artículo fue publicado en un diario masivo. El amparo es la categoría de "clase obrera". La fuerza coercitiva de esa variable una vez que es puesta sobre la mesa, obnubila y salva a los que la encarnaron. Realmente me quedan muchas dudas respecto de que sirva para mejorar las condiciones económicas del país seguir usando dicha categoría dentro de los esquemas interpretativos.

Saludos

Nahuel dijo...

Diego:

-Tener respuestas para la inflación implica reconocer cuales son sus causas o sus "no-causas". El articulo identifica muy bien estas últimas.

-Nadie dijo que la sustitución es fácil, pero tampoco es imposible. Todos los países, hoy ya industrializados, realizaron políticas sustitutivas en algún momento. La industria no brota sola como una planta. Recomiendo leer Bad Samaritans de Chang Ha-Joon.

-Querer eliminar la clase obrera y su accionar como variable económica, es querer analizar el mundo con un esquema interpretativo utópico e ideal que no se ajusta a la realidad. Pareciese que usted quiere ajustar la realidad a un modelo económico.

-Por otro lado, estar a favor de la Sustitución, es mas racional que ético. Es brindar, entre muchas otras cosas, una solución a las sucesivas crisis de balanza de pagos a las que se ve sometido el país desde el siglo pasado.

Saludos

PD: tradición en Argentina es confundir difícil con imposible.

Diego dijo...

Nahuel,

Entiendo que la economía como ciencia y como profesión debe centrarse en la administración de lo concreto, de eso que le toca vivir hoy al ejecutor de las políticas económicas. Por eso es que me parece que el artículo bajo el que estamos comete un típico error de la heterodoxia que consiste básicamente en esquivarle el bulto al problema, es decir, evitar anotar un momento de decisión de política concreta en la historia, y después tener que seguir hablando desde ahí, ya no más de la abstracción de las variables puras. Así el relato kirchnerista: Nadie devaluó. Duhalde es otro. El modelo arranca en 2003. El relato económico todo el tiempo está cuidando la pureza de las variables y la nobleza de sus encadenamientos deductivos. Lo mismo el neoliberalismo que ahora lo prendió fuego a Cavallo y a su locura de atar el peso al dólar, todo para salvar el ideal regulativo propio, para no tener que irse todos.
Ni la industrialización ni la sustitución de importaciones alcanzan a ser algo más que ideales regulativos. No son soluciones al corto plazo. No nos podemos dar el lujo de dejar el corto plazo fuera de la óptica de lo que se entiende como ciencia en lo que refiere a la economía. Si no abordamos con rigor y riesgo el corto plazo lo único que quedará a salvo es el esquema entre los ortodoxos que manejan la macro y los heterodoxos que los critican desde afuera. Por otro lado, hoy en día, aquellas propuestas de largo plazo no sólo son metas complicadas sino que tal vez también contengan dentro de sus propios ideales fallas de concepción. ¿Cuál sería un nivel "aceptable" de industrialización? ¿El que tiene Brasil? Si no fuese por el agro esa cuenta corriente estaría realmente jodida. Se me hace que los esquemas de sustitución de importaciones quedaron viejos. Nadie sustituye importaciones, ni Brasil, ni China ni Francia ni nosotros. Lo que se precisa es un manejo inteligente con los materiales a disposición de cada país. Más administración y menos ideales regulativos.
Lo mismo para con la clase obrera. Desde el punto de vista macroeconómico seguro que los salarios ocupan un lugar preponderante. Lo que no se puede es "endogeneizar" una variable grande y pesada como ser "clase obrera". En primer lugar porque no es cierto que se trate de una variable de reacción automática, la política está de por medio. No endogeneizarla es precisamente politizarla. Pero politizarla sin dueños y sin morales regulativas; analizando los pros y los contras de las medidas que toman aquellos que inciden de modo consciente sobre la variable "salario". Así, Moyano (el que sacó gente a la calle en la 125 y el que ahora está ofendido con Cristina), Ubaldini, Chipi Castillo o los que vengan pasar a posar desnudos sobre la suerte de dicha variable. Desendogeneizar la variable salario llevará a tener una mirada más democrática y más objetiva del asunto. Todo lo que arrastra la categoría “clase obrera” hace que el bisturí analítico enseguida se tope con fibras sacrílegas que amenazan con el infierno de los desplazados.

Saludos

Alejandro Fiorito dijo...

El enfoque con que se aborda el tema de la reforma al BCRA, es clasico keynesiano, lo que vale decir, determinacion clasica de los precios. Con ello la distribucion es exogena, por lo que no se entiende, donde ve ud. endogeneizacion.
El punto de stop en nuestra historia es la balanza de pagos. Se deberan usar todos los instrumentos a mano para evitarla. La sustitucion es solo una de ellas. Y learning by doing mediante, se podra diversificar exportaciones. Cuanto antes se empiece mas libertad de movimientos tendra luego. Los procesos de desarrollo de los paises desarrollados, hicieron eso y "patearon la escalera", vale decir nos recomiendan que no hagamos lo que ellos hicieron, y claro está siempre tendremos economistas dispuestos a obedecer el "que diran".
La mejor manera de remover la restriccion externa, es precisamente elevando la productividad lo suficiente para ampliar dicha libertad de divisas via sust. de impo y diversificacion y promocion de exportaciones.
Cual es la opcion a eso? Endeudarse sólo una puntita?

Nahuel dijo...

Con respecto a esta nota en particular, los autores no se subieron a ningun colectivo. Nunca dijeron que todo comenzo en 2003. Que los K lo hagan es otra cosa.

Decís: "Por otro lado, hoy en día, aquellas propuestas de largo plazo no sólo son metas complicadas sino que tal vez también contengan dentro de sus propios ideales fallas de concepción."
Cuales serian esas fallas??? te referis en un sentido Marxista??? Y aun suponiendo que existen esas fallas que vos decis, como explicas que algunos paises se industrializaron y otros no....?
Acaso EE.UU, Japon, Alemania, Inglaterra no tomaron y toman medidas dirigidas por el estado para lograr el desarrollo que hoy tienen???? Porque algunos paises pueden tener industria y otros no???, mejor dicho, en que te basas para considerar que la Argentina no puede industrializar y EE.UU u otro pais ya industrial si...??

El nivel aceptable de industrializacion es aquel que te permite crecer sostenidamente durante muchos años sin tener problemas en la cuenta corriente. Es decir, sin sufrir crisis de balanza de pagos.
Quiero ser como EE.UU en lo que refiere a industrialziacion e I&D (disculpame por no tener baja autoestima). Si no fuese por la industria, la clase trabajadora estaria realmente jodida.

China viene con politicas proteccionistas dirigidas por el estado desde hace mas de 40 años. Brasil en toda la posguerra mantuvo una politica continuada de industrializacion, no interrumpida como es el caso de Argentina por golpes militares, stop and go, los 90, etc.
Francia, Alemania, Japon, Estados Unidos, no sustituyen hoy porque ya lo hicieron. De todas formas eso no implica que ya no tomen medidas para seguir garantizando su supremacia en sectores estrategicos.

Si lees a Sraffa, el salario puede ser tranquilamente una variable exogena (ello no implica que no se mueva en el tiempo) y los factores politicos que decis no quedan fuera del modelo. Tu critica más bien la veo correcta para un modelo neoclasico donde se consideran acciones y reacciones de las variables como leyes de la naturaleza. No asi en el core clasico. Ergo, un primer paso para politizar a la variable clase obrera, seria hacer politica de ingreso para contener el espiral salarios-precios.