El viejo Almacén. BsAs

Surplus Approach

“Es necesario volver a la economía política de los Fisiócratas, Smith, Ricardo y Marx. Y uno debe proceder en dos direcciones: i) purgar la teoría de todas las dificultades e incongruencias que los economistas clásicos (y Marx) no fueron capaces de superar, y, ii) seguir y desarrollar la relevante y verdadera teoría económica como se vino desarrollando desde “Petty, Cantillón, los Fisiócratas, Smith, Ricardo, Marx”. Este natural y consistente flujo de ideas ha sido repentinamente interrumpido y enterrado debajo de todo, invadido, sumergido y arrasado con la fuerza de una ola marina de economía marginal. Debe ser rescatada."
Luigi Pasinetti


ISSN 1853-0419

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14 jul 2014

Tres diagnósticos


Por Eduardo Crespo *
 
Las últimas publicaciones del nuevo índice de precios del Indec, así como la mayoría de las estimaciones privadas, indican que la inflación está comenzando a ceder. Algunos analistas apuntan que la reducción del nivel de actividad económica, al contraer los niveles de demanda, sería la principal causante de esta desaceleración. Por su parte, desde ámbitos allegados al Gobierno se pondera que la estrategia gubernamental centrada en el programa Precios Cuidados estaría dando sus frutos.
Antes de sacar conclusiones es conveniente revisar los fundamentos de cada posición. En la Argentina se pueden identificar tres diagnósticos sobre la cuestión inflacionaria. El primero y mayoritario la visualiza como el resultado de un exceso de demanda. El principal (si no único) causante de la inflación es el Gobierno. Un abultado gasto público, sustentado por la siempre denostada “emisión”, colocaría una presión excesiva sobre los precios de bienes escasos. El diagnóstico es simple y popular: muchos billetes con relación a la cantidad disponible de bienes.
La segunda interpretación presenta a la inflación como el reverso de aquella lectura: ésta no sería una consecuencia de la política gubernamental sino el resultado de los “abusos” del sector privado. Empresarios inescrupulosos, en lugar de invertir y aumentar la oferta cuando la demanda crece, abusan de sus posiciones “monopólicas” para subir precios.
Aunque estas visiones parezcan opuestas, comparten ciertos rasgos comunes. La inflación sería consecuencia de un exceso de demanda. Para unos la oferta es fija porque la economía habría llegado a su “máximo potencial”, para otros porque los empresarios serían “renuentes a invertir”. Ambas lecturas comparten la premisa de que la inflación es consecuencia de la idiosincrasia argentina. O sufrimos inflación porque el gobierno “populista” pretende imponer la felicidad imprimiendo billetes, o porque nuestra “burguesía” en lugar de invertir y producir –como se presume que ocurre en otras latitudes– se contenta con aumentar sus ganancias subiendo precios. Ambas interpretaciones también coinciden en sus dificultades para explicar evidencias muy sencillas: ¿por qué la inflación sigue siendo elevada cuando la demanda agregada crece poco o se reduce como ocurre en la actualidad?
Pero existe una tercera interpretación, que escapa de este maniqueísmo de contrastes aparentes. Para ésta, la dinámica inflacionaria es el resultado de la puja distributiva y de todos aquellos elementos que la impulsan o sostienen en el tiempo. A una suba inicial de precios, que reduce salarios reales, normalmente le sigue una recomposición de los salarios nominales que vuelve a impactar sobre los precios a través de los costos, en una espiral que no se detiene fácilmente. La inversa también es cierta: a una suba de los salarios nominales le sigue una recomposición de los precios, y así sucesivamente. En este marco, varios elementos suelen alimentar la dinámica. Eventuales shocks de costos, como una suba de precios internacionales o la devaluación del tipo de cambio, pueden acentuar el conflicto distributivo. Lo mismo puede decirse de los excesos temporarios de demanda que puedan surgir en algunos mercados.
Un elemento relevante para comprender esta posición es entender que la puja distributiva no necesariamente surge cuando la economía está en pleno empleo. Aunque la reducción del desempleo a veces mejora la posición negociadora de los trabajadores, acentuando la puja distributiva y la inflación, no se trata de una ley de hierro, ya que la dinámica depende de elementos institucionales e históricos que suelen modificarse incluso con celeridad, factores tales como el grado de combatividad de los trabajadores, el nivel de sindicalización o las reglas que rigen las negociaciones paritarias.
Entendemos que la desaceleración inflacionaria reciente responde a varios motivos: el tipo de cambio dejó de devaluarse como ocurrió durante 2013 y se registra un menor nivel de actividad. Ambas circunstancias amortiguan la puja distributiva. El programa Precios Cuidados y los acuerdos sectoriales pueden ser herramientas adecuadas si se realizan en forma sincronizada con las negociaciones salariales, el control del tipo de cambio y la fijación de precios administrados como los servicios. Caso contrario, podrán tener cierto impacto sobre la distribución del ingreso al corregir eventuales “abusos”, pero influirán sobre la dinámica inflacionaria.
* Licenciado en Ciencia Política y en Economía de la UBA, y profesor de la Universidad Federal Fluminense de Río de Janeiro, Brasil.
Original: Pagina 12

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